Como ya sabéis, Ayurveda sostiene que el ser humano está formado por los cinco elementos presentes en el cosmos: éter, aire, fuego, agua y espacio. Según esta, estos cinco elementos se combinan en cada ser y en cada cosa que conforman el mundo material. Cuando se combinan en el individuo junto con las energías del cuerpo dan lugar a las características físicas básicas y/o de salud de cada ser. Estos tres tipos metabólicos son lo que conocemos como doshas (vatapitta y kapha). Cada uno de nosotros nacemos con una combinación de ellos que va en función de múltiples factores como la constitución de los progenitores, el estado emocional de los mismos en el momento de la concepción, la alimentación llevada a cabo antes y durante la gestación, los estímulos externos, las condiciones climatológicas, etc. Esta combinación única se denomina prakruti y según la doctrina vedanta coincide con la materia básica del universo. Cada individuo va a estar influenciado por todos los factores externos e internos que afectan al resto del universo y esto va a provocar que la combinación de doshas de este se vea afectada o desequilibrada de algún modo. Este desequilibrio de doshas es lo que se conoce como vikruti. Entender el prakruti y el vikruti ayuda a los practicantes de Ayurveda a entender el funcionamiento del organismo y a saber cómo mantener el equilibrio en el mismo porque entender estos dos conceptos implica aprender a escuchar nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu.

¿De qué manera se puede saber todo esto?-os preguntaréis-porque una vez que conocemos qué tipo de desequilibrios predominan en nuestra constitución, aprendemos a darle solo aquello que necesita. Por poner un ejemplo, si nuestro vikruti marca que somos seres predominantemente vata, seremos capaces de discernir que en nuestro cuerpo hay predominancia de los elementos aire y espacio y, de este modo, podremos desechar, reducir o combinar con otros la ingesta de determinados alimentos, según nos marque el terapeuta, en los que predominen dichos elementos como pueden ser: determinadas legumbres (garbanzos, judías, soja verde, etc.), determinadas verduras (pimiento, brócoli, coliflor, etc.) y otros alimentos, así como la práctica de ciertos tipos de actividades o ejercicio físico, el cambio de algunas rutinas diarias de aseo personal o de estímulos sensoriales, etc. Y esto es aplicable a cada dosha o combinación de doshas.

Esa misma conexión que encontramos entre el cosmos y el ser humano se muestra también en los ritmos biológicos o circadianos, es decir, en las variaciones biológicas en intervalos regulares de tiempo que vamos sufriendo día a día y a lo largo de nuestra vida. Todos los organismos muestran algún cambio fisiológico asociado con el cambio ambiental tanto en el ciclo del día y la noche, como en los cambios estacionales y en las distintas etapas de la vida desde que nacemos hasta que morimos.

Por poner un ejemplo de cada ciclo, nos encontramos que desde el amanecer (aproximadamente las seis de la mañana) hasta las diez, el dosha predominante es kapha porque la energía solar aún es débil y predominan el frío, la pesadez y la lentitud, de ahí que nos cueste tanto arrancar a esa hora. A partir de las diez de la mañana hasta las dos de la tarde la energía solar está en su máximo esplendor y, por lo tanto, el dosha dominante va a ser pitta. Es la mejor hora para la actividad y la digestión de alimentos. Desde las dos de la tarde hasta las seis, la energía solar vuelve a estar en decadencia (excepto en temporada estival) y, por lo tanto, vuelve a predominar vata (aún hay horas de sol, por lo tanto, no es un momento tan frío como la noche pero sí menos caliente que las horas previas, con el consecuente descenso en el ritmo metabólico). De seis a diez de la noche vuelve a predominar kapha, de ahí que debamos cenar antes de la caída del sol y estar en reposo a partir de las diez para que el cuerpo realice sus funciones de limpieza y desintoxicación. A partir de las diez de la noche y hasta las dos de la mañana vuelve a predominar el dosha pitta, así que debemos evitar ingerir alimentos para no sobrecargar el organismo y necesitar el doble de energía en esta etapa. Finalmente, desde las dos de la madrugada hasta las seis vuelve a ser momento vata.

Estos ciclos y ritmos también son aplicables a la etapa de nacimiento, crecimiento y envejecimiento. Desde que nacemos hasta los catorce años aproximadamente, el dosha predominante es kapha porque el cuerpo necesita hacer acopio de reservas energéticas para su correcto desarrollo y funcionamiento, para el correcto desarrollo del sistema musculoesquelético, cognitivo y nervioso, etc. Esto explica que pasemos más horas durmiendo y que en nuestra dieta predominen los elementos tierra y agua. Pitta va a predominar desde la adolescencia hasta la edad adulta, que es cuando la persona alcanza el equilibrio metabólico y la madurez mental. Es por ello que en la adolescencia, debido al desequilibrio de este dosha, se puede desarrollar acné y un olor corporal fuerte y en el periodo de edad adulta podemos observar un sentido de competitividad aumentada. Vata predomina después de los 60, a medida que la mente y el cuerpo se van deteriorando. Las personas mayores sienten más frío que los jóvenes, debido a que se pierde la grasa corporal, por lo tanto, el cuerpo se vuelve más seco y frío; cualidades propias de vata.

Finalmente, encontramos la conexión de las estaciones con el predominio de un determinado dosha. En verano aumenta pitta, por el aumento del calor y las horas de sol y se acumula vata (el exceso de sol produce sequedad). En otoño aumenta vata (por la sequedad acumulada durante el verano y el aumento de los vientos y bajada de temperatura) y se acumula pitta por el aumento de la acidez medioambiental por las lluvias. En invierno es cuando mejor metabolismo tenemos y mayor equilibrio de doshas, aunque hay que cuidar de no acumular demasiado kapha porque en primavera aumenta, ya que con la subida de las temperaturas, se empiezan a licuar los líquidos y pesadez acumulados en el organismo durante el invierno, al igual que se derriten las nieves.