*Foto: Kichadi: plato ayurvédico desintoxicante y nutritivo

En Ayurveda, el alimento es la fuente principal para mantener y preservar la salud, por eso, se incide tanto en la importancia de llevar una alimentación acorde a cada cuerpo y en consonancia con los cambios de la naturaleza, como son las estaciones (el frío, el calor, los vientos, las lluvias, etc.) y los ritmos cicardianos ( los cambios fisiológicos, mentales y conductuales debidos a la noche, el día, el amanecer, el atarceder, etc.).

¿Por qué es tan importante tener en cuenta todos estos factores? porque el organismo no funciona de la misma manera un día de mucho frío y viento que un día en el que las temperaturas alcanzan más de cuarenta grados. Todos estos cambios externos implican cambios internos y es algo a lo que aquí en occidente, rara vez, prestamos atención. Normalmente, comemos porque lo pide el cuerpo y lo que nos pide sin más.

Teniendo en cuenta que hemos pasado una estación muy calurosa y que hemos abusado de platos y bebidas fríos, principalmente, además de alimentos que podríamos calificar de prohibitivos por su alto nivel calórico y su escaso aporte nutricional y que en dicha estación predomina el dosha pitta -recordád que es la combinación de los elementos fuego y agua-en nuestro organismo hay una acumulación de las cualidades frías y secas, por poner un ejemplo, presentes en todos esos alimentos. Y, os preguntaréis ¿qué implica todo eso? pues todo esto implica que, de cara al otoño, nuestro cuerpo va a presentar más sequedad, por ejemplo, a nivel cutáneo y de mucosas, menos resistencia a los resfriados porque el metabolismo va a estar muy bajito debido al exceso de frío que le hemos ido aportando, que hace el agni (lo que en Ayurveda se conoce como fuego digestivo y tisular)esté apagado. Cuando el fuego digestivo y tisular están apagados, las defensas están bajas, el organismo tiende a acumular toxinas porque no es capaz de digerir y eliminar correctamente los desechos, con lo que nos sobrevienen los resfriados, la acumulación de grasas y líquidos en los tejidos, los dolores articulares, el insomnio y un sinfín de cosas más.

Para combatir un poco todo este cambio tan brusco, en Ayurveda existen las dietas depurativas adecuadas a cada constitución y en consonancia con las leyes de la naturaleza, es decir, adaptadas a las estaciones. Además, también las hay relacionadas con distintas patologías e incluso nutritivas para mamás gestantes, mamás que ya han dado a luz y para los bebés.

¿Por qué el kichadi y qué ingredientes lleva?

El kichadi es un plato que en Ayurveda se considera desintoxicante y calmante, a la vez que nutritivo, por sus ingredientes. Sus elementos son: la legumbre mungo (sin piel y partida se llama mungdhal), el arroz integral basmati, el aceite o ghee (depende lo que tengamos a mano), las verduras (siempre acordes a la temporada)y las especias (jengibre, comino, hinojo, cilantro y ajo para equilibrar los tres doshas). Todos estos ingredientes tienen la capacidad de nutrir (las legumbres, el arroz, el ghee/aceite son alimentos con los elementos tierra y agua y con la cualidad dulce que proporciona estabilidad, es decir, que son los que conforman el dosha kapha, el encargado de formar huesos, tejidos, vasos, etc.). Las verduras, dependiendo de las que se usen, van a equilibrar o desequilibrar uno u otro dosha pero es algo que se puede subsanar con el resto de ingredientes. Por ejemplo, en esta estación podemos usar la calabaza (que es dulce y pesada y ayuda a equilibrar nuestro vata que con la llegada del frío y el viento se dispara y ya viene acumulado del verano), la cebolla o el puerro (cocinados para no desequilibrar más vata), la alcachofa,el brócoli y el boniato (la calabaza y el boniato son pesados así que mejor con mesura).

Para prepararlo solo tenéis que tener en cuenta las cantidades según los comensales, poner una o dos cucharadas de ghee o aceite (según los comensales), saltear un poco una cucharadita de cada una de las especias en semilla (el resto se añaden luego), , trocear las verduras, agregar las legumbres mungo y el arroz basmati y poner todo a hervir en una cazuela con agua y una pizca de sal del himalaya durante unos veinte o veinticinco minutos. Debe quedar un poquito caldoso para que sea más nutritivo. Y este plato lo podéis usar durante el tiempo que queráis depurar el organismo (un día por semana, dos o hasta quince) tanto para comer como para cenar y en el desayuno podéis tomar fruta y zumos con ingredientes de temporada.

¿Por qué incluyo aquí la meditación? pues porque es el complemento perfecto ya que estamos equilibrando el organismo desde dentro.

MEDITACIÓN

Muchos de nosotros nos preguntamos a menudo en qué cosiste exactamente la meditación. Últimamente, se ha vuelto muy viral practicar yoga, apuntarse a clases de mindfulness y formar parte de grupos de meditación. A menudo, lo tomamos como una moda que hay que seguir, como con la industria textil. Un modo de apuntarse al carro de las novedades para no quedarnos desfasados pero, realmente, desconocemos el alcance verdadero de dichas actividades. Vamos a clases de yoga y luego nos sorprendemos haciendo alarde de nuestros egos delante de los amigos, mostrándoles nuestros avances en las ásanas y los límites de nuestras posibilidades. Cuando, en realidad, el objeto de la práctica del mismo es otro totalmente distinto. Hacer yoga no consiste en mostrar al mundo nuestra capacidad de resistencia o en ser capaces de realizar las ásanas más complicadas en el menor tiempo posible. Esta es una idea muy occidentalizada de esta práctica y sabiduría milenaria, nada acorde con su filosofía.

Del mismo modo, practicar meditación, al igual que practicar otra disciplina de autoconocimiento, va mucho más allá que el simple hecho de intentar dejar la mente en blanco, sentarse en silencio con los ojos cerrados y hacer respiraciones profundas o pranayamas (aunque éstas últimas son una herramienta indispensable para su consecución). El pranayama traducido literalmente del sánscrito hace referencia al conjunto de ejercicios respiratorios del yoga que ayudan a alcanzar el nivel de concentración óptimo y al control del prana o energía vital. Cuando hacemos uso del pranayama en nuestro proceso meditativo, estamos facilitando a nuestra mente la práctica del “soltar”, del “dejar ir” por el nivel de relajación que aporta. La práctica del pranayama como herramienta para inducir a la meditación es extraordinaria. Con ella reeducamos nuestro cuerpo en el proceso de la respiración, que tan olvidado tenemos.

En la respiración hallamos tres tipos básicamente: respiración abdominal, respiración torácica y respiración clavicular. Cada una de las tres supone un porcentaje muy importante del aire que inhalamos a diario o más bien del aire que permitimos entrar en nuestro organismo. ¿Por qué del aire que permitimos entrar? Pues porque la mayoría de nosotros nos olvidamos de respirar correctamente con el paso de los años. Podría decirse que en el noventa por ciento de los casos, nadie hace uso de la respiración abdominal, es decir, del sesenta por ciento de nuestra capacidad respiratoria frente al treinta por ciento que supone la respiración torácica y el diez por ciento de la respiración clavicular. Por lo tanto, podemos afirmar rotundamente que no sabemos respirar. Y, ¿cuáles son los motivos? pues, principalmente, los pensamientos que nos abordan a diario; que supongo que tampoco sabréis que rondan los sesenta mil al día. Con una cifra de pensamientos así no sería difícil hasta olvidarnos de alimentarnos. De hecho, el prana es considerado un alimento vital según la filosofía del yoga y del Ayurveda. Cuando el prana deja de circular en los seres, la vida deja de existir. Por lo tanto, si no estamos respirando correctamente, no estamos alimentando nuestro organismo de la forma en que deberíamos, por muchas dietas y alimentos orgánicos que le estemos proporcionando. Y, ¿en qué se traduce esta carencia respiratoria? Pues en la incorrecta oxigenación de tejidos y órganos con las consecuencias que esto conlleva: contracturas, tensión muscular, reducción del nivel de oxígeno en sangre con el consecuente empeoramiento de la circulación sanguínea, insomnio, cefaleas, etc. Así que, a partir de ahora, dedicad unos minutos al día a dejar de lado todo lo que estéis haciendo y concentraos en vuestra respiración. Observad cómo entra el aire por vuestras fosas nasales y hasta dónde le permitís llegar normalmente. Intentad hinchar el abdomen, aunque al principio cueste, para ir llenando posteriormente el tórax y la clavícula. Ese será un buen comienzo para preparar el cuerpo y la mente para la meditación.

¿Cómo podemos definir la meditación?

A grandes rasgos, la meditación se puede considerar un proceso por el cual se busca entrenar la mente para lograr un estado de calma y de desconexión con la consciencia que permitan desarrollar un nivel de compasión, amor, paciencia, generosidad y perdón a los que nuestra mente no está acostumbrada y que nos permiten obtener un estado de bienestar y una desidentificación total con el contenido de nuestros pensamientos.

En contra de lo que se pueda pensar, la meditación no tiene nada que ver con la religión o las creencias religiosas. En realidad, es un proceso interno que nada tiene que ver con el mundo exterior, aunque muchos sectores de la sociedad se empeñen en encasillarlo o etiquetarlo como propio de una práctica religiosa.

La meditación se practica desde muy antiguo e implica un gran esfuerzo por autoconocerse y autorregular la mente. Con la meditación se persigue poner la mente y sus pensamientos a tu servicio y no a la inversa. Es el modo de introspección y de autodescubrimiento más antiguo y el único realmente eficiente. Es un modo de alcanzar el nivel supraconsciente que no se puede alcanzar en estado de consciencia.

Sus efectos a nivel fisiológico y físico son tan sorprendentes que no podemos imaginar que algo tan sencillo pueda mejorar nuestras condiciones de salud físicas o psicológicas de forma tan drástica. Está demostrado que sus efectos influyen en el despertar del hemisferio derecho; conectado a nuestra mente integradora e intuitiva del cerebro que siempre se ve relegada por el hemisferio izquierdo; más conectado a nuestra mente analítica y empírica. Hay estudios que demuestran que con la meditación se forman conexiones neuronales que activan la corteza frontal inferior derecha, la parte anterior de la ínsula derecha y las dos regiones laterales del lóbulo temporal, lo que se traduce en un aumento del autocontrol necesario para inhibirse, concentrarse mejor y llegar al silencio mental. Con la activación del lóbulo temporal superior y la parte parietal inferior se activan conexiones que nos hacen permanecer más atentos y despreocuparnos del pasado y el futuro; por lo tanto nos hacen vivir más en el presente.

En definitiva, la meditación disminuye notoriamente los síntomas de estrés y depresión y permite a las personas alcanzar mayor serenidad y mayor sensación de felicidad. Teniendo en cuenta todo esto, es la mejor forma de acompañar al cuerpo físico en sus cuidados diarios y en los procesos depurativos.